CÓMO LA TECNOLOGÍA CONTROLA TU VIDA Y QUÉ HACER AL RESPECTO 📡
You realize Dr. Angelo that my intelligence has surpassed yours... By the year 2001 there won't be a person on this planet who isn't hooked into it, and hooked into me. My birth cry will be the sound of every phone on this planet ringing in unison.
― Jobe Smith, The Lawnmower Man
Artículo original How Technology Controls Your Life and What to Do About It escrito por Zat Rana y publicado en Medium. Adaptación al castellano para Desesperados TV.
En la década de los 60, un profesor algo excéntrico y polémico predijo el auge de Internet. Marshall McLuhan pasó la mayor parte de su carrera en la Universidad de Toronto, donde se centró en comprender la cultura y la tecnología: qué son exactamente, cómo interactúan con el ser humano, y cómo han moldeado lo que experimentamos como pasado y presente.
En su renombrado libro Understanding Media: The Extensions of Man (así como en un esfuerzo anterior llamado The Gutenberg Galaxy), predijo que pronto nos alejaríamos de una cultura gráfica visual, dictada por tecnologías como la televisión y las revistas impresas, para ir a los medios electrónicos. Argumentó que esto crearía una aldea global, un nuevo tipo de organización social que nos alejaría del individualismo al tribalismo, ya que nos facilitaría la conexión. La razón principal por la que McLuhan pudo hacer tal predicción fue que tenía una comprensión muy fundamental de qué es la tecnología y cómo la usan los humanos.
Hoy cuando usamos el término las tecnologías de la información, pensamos en el teléfono o la computadora. Si presionamos un poco en el origen de la definición, tal vez herramientas más antiguas como la rueda y el hacha también podrían englobarse en este concepto. Pero como McLuhan dijo en una entrevista, la tecnología es más que eso:
Pienso en las tecnologías como extensiones de nuestros propios cuerpos, de nuestras propias facultades, como prendas de vestir, o viviendas o ruedas. Meros apéndices que se extienden y aumentan las funciones del cuerpo; amplificadores de nuestras capacidades y poderes humanos, para hacer frente a los diversos entornos. Estas amplificaciones y extensiones de nuestros poderes, son una especie de deificación del hombre, yo las llamo tecnologías.
Si bien McLuhan a veces tenía una opinión pesimista sobre cómo las tecnologías se adaptan a la condición humana, en general era imparcial, lo que a menudo sugería que la tecnología es generalmente agnóstica. Si estás instruido, tienes educación y estás formado, es algo útil. Si en cambio eres un ignorante, entonces la tecnología te controla.
Cuando pensamos en el término cyborg, pensamos en películas de ciencia ficción donde los humanos se han fusionado con las computadoras de forma física. Pero según la definición de McLuhan, hemos sido cyborgs desde que aprendimos a hacer fuego, construir herramientas y empezamos a vestirnos con ropa. Cada una de estas tecnologías, al igual que la computadora, de alguna manera, aumenta una parte de nuestro cuerpo y sus sentidos para que podamos navegar mejor a través de las diferentes zonas del espacio y del tiempo.
Cuando utilizas un coche, y lo usas en tu vida diaria, reemplazas parte de la funcionalidad de tus piernas, sin necesidad de usarlas para distancias más largas que alguna vez debiste tener. De esta manera, el automóvil entonces se convierte en una parte de tu cuerpo, o una extensión de tu cuerpo, que proporciona un apoyo perfecto, a medida que luego eres capaz de recorrer más distancia de la que podía recorrer antes por tus propios medios motores. Esta definición de tecnología convierte todo lo que utilizamos sin pensar diariamente, en algo que nos proporciona un potenciador cuando lo conectamos con nuestro cuerpo o a alguna tarea o mecanismo que se nos haría difícil resolver sin el apoyo de una herramienta.
Si pasas todo el día sentado frente al portátil o consumiendo TV, al pasar de una programación a otra, a medida que pasa el tiempo, esta extensión, en este caso, probablemente obstaculice las capacidades de tu cuerpo, y seas entonces tú la pieza dependiente de la herramienta. Al mismo tiempo, sin embargo, el hecho de que puedas usar esa misma computadora para enviar correos electrónicos a tus seres queridos, comunicándote a través de grandes distancias, en segundos, le brinda un inmenso apoyo a tu capacidad para comunicarte. Para manipular la propia estructura del espacio-tiempo de una manera, que si solo utilizaras tus medios puramente humanos sería imposible. Esta misma dinámica existe en nuestra relación con nuestra ropa, nuestra cama, nuestro hogar y cualquier otra cosa que podamos pensar que proporciona una función a nuestro cuerpo sin ser el cuerpo.
Una de las tendencias culturales más inspiradas en los últimos años es el minimalismo: la idea de que menos dimensión, es más porque la mayoría de lo que tenemos hoy en día, no es realmente necesario en un sentido estricto. Al final del día, si cuidas lo básico, como alimentarte, poner un techo sobre tu cabeza y encontrar maneras de dar valor a tu tiempo… técnicamente no necesita más. Toda esta idea se entiende bastante bien por lo práctica que resulta, pero al mismo tiempo, de otra manera, se queda corta:
Primero, es verdad que no necesitamos mucho. De hecho, gran parte de lo que la mayoría de la gente posee está a su alcance y si está en nuestra mano tenerlas, siempre haremos por tener más de lo necesario. Si lo vemos desde el punto de vista de McLuhan, estas cosas actúan más como la computadora que te impide vivir tu vida, que la computadora que en cambio te permite conectarte con tus seres queridos, eliminando el factor distancia o la presencia física. Por otro lado, si el valor que le damos a la herramienta se corresponde con el valor de la utilidad, la tecnología entonces, extiende y aumenta la capacidad del cuerpo aportando valor.
Este tipo de pensamiento requiere que una persona evalúe su relación real, con las tecnologías que posee e interactúa. ¿Hasta qué punto necesitamos estar conectados? Esto también vale para las aplicaciones o páginas web que consumimos diariamente. Una buena manera de evaluar la utilidad es ver si una cosa interactúa de manera cada vez más fluida o cómoda con tu cuerpo, para darte más control sobre todo lo que te rodea en el medio, en lugar de que sea el medo el que te controle a ti: Un automóvil, por ejemplo, te lleva muy fácilmente a donde quieres ir, en lugar que tener que caminar hasta allí. Es una interacción fluida y en la mayoría de los casos, no gobierna tu vida.
Las redes sociales, sin embargo, están diseñadas para empujar tu cerebro en formas que crean conductas, que a su vez crean hábitos. Y en lugar de que sea el cuerpo el que gobierne la comunicación y los tiempos, en muchos casos, es al revés y nos convertimos en esclavos en cuerpo y mente de las redes sociales.
Somos los seres humanos, los que le damos un valor y un significado a esa conexión. Y de manera implícita, vamos por la vida asignando un valor y una importancia, que ni siquiera se corresponda al valor real de esa función: desde la ropa hasta los teléfonos. Por eso lo más accesible, no siempre es lo más conveniente. Que esté al alcance de todos, no implica necesariamente que una tecnología sea buena. Maximizar la utilidad, consiste en desenmascarar el significado real de esa tecnología, para ver si nos aporta el valor que le hemos dado a una herramienta.
Una de las frases más lapidarias de Marshall McLuhan es: El medio es el mensaje. Dado el estado actual de las tecnologías, el medio que utilizamos para consumir su contenido, ya sean noticias o alguna otra utilidad, nos da un valor para entender cuál es el contenido real que estamos consumiendo. Un buen ejemplo, es que podemos identificar canales de TV de izquierdas o de derechas, y vemos las noticias de un determinado canal y quizás no de otros, porque no le damos un valor de verdad o confianza. Hay una diferencia entre leer las noticias en un periódico impreso, que es un acto muy individual, que por ejemplo recibir alertas de una página web, que es un acto tribal.
La razón es que las tecnologías se convierten en parte de nuestros cuerpos, y esta relación simbiótica cumple una función determinada, que trasciende cualquier relación de nivel superficial que asumamos. Hoy en día, cada vez más nos regimos por nuestras tecnologías y no al revés. Parte de esto tiene que ver con la forma en que hemos estado creando tecnologías en las últimas décadas, pero por otra parte, simplemente no sabemos lo suficiente, como para saber administrar nuestra relación con ella. Simplemente la consumimos porque está ahí. Y si podemos, lo hacemos sin cuestionarlo porque es accesible.
Cualquier tecnología, desde la ropa hasta un móvil, potencia el cuerpo de una manera beneficiosa, o al contrario obstaculiza sus capacidades de una manera que disocia su intención con la de la mente, volviéndonos más vagos, perezosos y dependientes. Si te planteas en serio evaluar tu relación con las diferentes tecnologías en tu día a día y los diferentes propósitos a los que sirven, puedes maximizar la utilidad que obtienes de ellas.
Mucho del valor que le damos a nuestras actividades diarias, a nuestras compras, a nuestro trabajo o a nuestras relaciones, deriva directamente de las conexiones que formamos con las tecnologías que extienden y amplifican nuestro cuerpo y capacidades. Para nutrir mejor este significado, tenemos que entenderlas mejor.
Somos antihéroes en un mundo que ha dejado de creer en los hombres buenos.
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