EL MIEDO A CEDER TUS DATOS 📲

Rich people do this. They have the power and they see no reason not to use it. Men and women are just merchandise, like everything else. Store them, freight them, decant them. Sign at the bottom, please. On

― Richard K. Morgan, Altered Carbon

Nos ponemos nerviosos cuando somos conscientes de que nuestros datos personales, están dando vueltas por ahí repartidos entre aplicaciones, listas de correo, webs de reservas, compras online y redes sociales que utilizamos a diario. Sí, parece que nos ponemos nerviosos, algunos más que otros, pero por otro lado… queremos tener siempre facilidad de acceso y comodidad, a la hora de emplear todas estas herramientas que ya forman parte de nuestro día a día. No solamente los datos que introducimos conscientemente, a la hora de crear un perfil son datos.


Hay muchas más cosas que las aplicaciones saben de nosotros, a través de nuestro comportamiento, de nuestras visitas, de lo que gastamos y de los lugares por los que nos movemos, o a los que vamos de vacaciones. Está también nuestro círculo amistoso, profesional y familiar, con nombres, apellidos, cargos y parentescos. Hay quien se sorprende, cuando le llega un email o una news, o recibe una alerta que no se espera. Yo sinceramente no, porque sé que mis datos están dando vueltas por ahí desde que nací. En nuestra ignorancia creemos, que somos dueños de nuestros datos, cuando no es así.

Los datos, al menos los que entregamos conscientemente a la hora de completar un formulario, esos lo que menos… y ahora entenderás por qué. Tu nombre, te lo dieron. Lo mismo pasó con tus apellidos y con tu número de dni ¿los elegiste tú? Sin preguntarte, el Estado te dio un número de la seguridad social, mucho antes de que aprendieras a hablar, a andar o a decir sí o no. Nadie te preguntó si querías uno ¿verdad? Pero te lo dieron. Lo mismo ocurrió con tu primer número de cuenta en el banco, porque si querías tener tus ahorros guardados, necesitabas abrir una cuenta. Que yo sepa, a día de hoy, nadie nos obliga por ley a tener móvil, o una cuenta en el banco, o de correo electrónico. Y sin embargo, todos tenemos de todo. 

Realmente y si piensas un poco, te darás cuenta que ninguno de esos datos que tanto te pone nervioso ceder a un tercero, o a un prestador de servicios, no te pertenecen porque nunca fueron tuyos. Te los dieron en algún momento, en el que precisaste la prestación de un servicio de forma activa, voluntaria o por el mero hecho de estar en sociedad y convertirte en un ciudadano o contribuyente más. Si nuestros datos están siendo utilizados desde el primer momento en que ponemos un pie en el mundo, es absurdo y ridículo ponerse nervioso. Creo que tardamos menos en aceptar que no somos nadie. Y que realmente, no somos tan importantes como nos creemos. Oye: no pasa nada ¿te da miedo lo que puedan hacer con tus datos? Vaya, me temo debes vivir entonces en pánico constante. A mí personalmente, no me merece la pena.

Nos pone nerviosos que nos etiqueten en una foto subida a Facebook, o poner nuestro verdadero nombre en la cuenta de Instagram, o que se sepa quienes somos realmente en Twitter, cuando, por ejemplo, Hacienda sabe exactamente cuanto ganamos, de donde viene y a donde va. Y en base a eso pagamos impuestos. O que nuestros historiales médicos, tengan acceso telemático precisamente, por si tienes que ir de un hospital a otro, para que sepan cual ha sido tu histórico. Si hasta nuestro cuerpo nos lo dieron, no lo elegimos nosotros. Todavía no hemos llegado a Altered Carbon, pero bueno… todo se andará.

Siempre que hay cambios en la regulación, normalización y legislación de datos, ya no solamente las personas, sino en especial las empresas… también se ponen nerviosas. Y siempre aparece un tipo serio con gafas, de aspecto confiable a la par que inquisitorio, que se ofrece a darte soporte: un abogado suele ser. Y claro, ninguno trabajamos gratis, pero como hay cambios legislativos, y nuestra ignorancia supera ampliamente a nuestro miedo, o viceversa, en la inmensa mayoría de las ocasiones, preferimos cubrirnos las espaldas y que sea alguien de fuera, quien nos diga qué tenemos que hacer. Con los datos de nuestros clientes ¿a qué no se juega?


Te das cuenta que en los dos lados, tanto particular como empresa, tienen miedo a tocar o mover nada. Y si llaman a un profesional especializado, es para no sentir la presión de la responsabilidad. Bienvenido al mundo de la consultoría, podríamos decir que es la base de este negocio: un cliente no quiere hacerse responsable de lo que decide o de lo que hace, aunque después lo sea. En gran parte, y al igual que en el derecho o la programación, el negocio de los datos está basado en la ignorancia del cliente, o del particular en su caso. Porque te venden una seguridad y una falsa capacidad de transparencia y contención, que es imposible e irreal. Repito: imposible e irreal. Se teme a la sanción y a la infracción, pero el mundo tiene que seguir funcionando. Y si antes el mundo se movía por sexo, por poder o por dinero, ahora el mundo lo mueven los datos.

¿Qué quieres estar fuera? ¿qué no quieres que nadie sepa nada de ti? ¿qué te da miedo lo que puedan hacer con tus datos? Bueno, no seamos radicales para hacer la prueba: intenta vivir una semana sin las aplicaciones de tu móvil que dependen de Google y Facebook. Algo tan sencillo como esto: te tendrías que quitar por ejemplo Whatsapp, el propio Facebook e Instagram. Y por el lado de Google, desinstala el navegador, la barra de búsqueda, Maps, YouTube, Gmail y alguna más que me estaré olvidando. A ver si llegas a una semana. Ya de la app del banco mejor ni hablamos. ¿Te das cuenta? No existes.

Como sé que ni te vas a plantear el hecho de hacer la prueba, y volver a darle a tu móvil el uso original que tenía, que era llamar y comunicarse por SMS ¿te acuerdas de aquellos tiempos? Hay gente que hoy vota y cotiza, y que no llegó a vivirlos. Lo único que pretendo es hacerte consciente, de que tener miedo es inútil y es absurdo. El miedo siempre lo paraliza todo, y nos convierte en seres vulnerables y dependientes. Más aun quiero decir, porque ya somos vulnerables y dependientes en muchas facetas… lo que pasa es que nos cuesta verlo y aceptarlo. No nos gusta aceptar que realmente no somos nadie y que no somos tan importantes como nos creemos. Nos damos cuenta de ello, quizás solamente cuando hay un apagón.

Comentarios

LO MÁS LEÍDO 🔎