LA INSUMISIÓN ROBÓTICA 🤖

Does believing you're the last sane man on the planet make you crazy? Cause if that's the case, maybe I am.

― Detective Del Spooner, I robot

La cara amable de la tecnología se apodera de todo: podemos ver lo que queramos, escuchar lo que queramos, jugar a lo que queramos, grabar y reproducir lo que queramos también… Tanto, que el derecho y lo legal, van siempre un paso por detrás de todo lo que realmente puede hacerse o decirse, fabricarse o copiarse, grabar o reproducirse. Siempre irá por detrás ¿sabes por qué? Porque las normas son algo que nos hemos inventado los humanos para no matarnos entre nosotros. Al otro lado de este juicio con retardo, están los hechos: siempre los hechos. Y el hecho es que no somos nadie ante un avance tecnológico.


Da igual los impuestos que le quiera cargar el Estado a la maquinaria y a la robótica que sustituyen personas en una tarea concreta o en una cadena de producción ¡da igual! Ese paso no habrá quien lo compense pagando impuestos que se traduzcan en seguridad social ¿sabes por qué? El robot ya está ahí. Y si el robot ha llegado ahí, solo se moverá de ahí cuando se diseñe un modelo mejor; pero el humano, ya no ocupará jamás ese puesto. Puedes pintarlo como quieras, es así. Y una vez creado el hecho, o sea el robot, no se puede “des-crear”.


Me hace mucha gracia ver a alguien orgulloso de la tecnología que compra, porque sin duda está haciendo alarde de su poder adquisitivo, pero no ha podido crearla. Y si no ha podido crearla, no puede someterla. Se supone que la tecnología viene ya sometida de fábrica ¿verdad? Entonces ¿por qué se dice que no podemos vivir sin ella? ¿quién se ha hecho dependiente de la tecnología? ¿las máquinas nos necesitan pata vivir? ¿para funcionar? No termino de verlo, alguien tan simple como yo no lo termina de ver. Y a pesar de mi formación, cuánto más conozco y más sé, más ignorante y humanamente indefenso me veo ante lo que consumo día a día.

No somos Tony Stark para llamarnos creadores de tecnología y por tanto, dominadores de la misma. La inmensa mayoría de nosotros somos consumidores, que empleamos tecnología y robótica, tanto para trabajar como en nuestro tiempo de ocio. Todo esto son verdades de Perogrullo si te das cuenta, pero ¿es que nadie ha tomado conciencia de que este cambio si supondrá al menos la reducción numérica de los individuos de nuestra especie? Y no me pongo en plan apocalipsis, básicamente porque ya somos demasiados. Y si además de ser demasiados, una proporción nada despreciable de nosotros, aparte de ser voluminosa ya no resulta necesaria… es cuestión de querer verlo o no.

No estamos en una película del universo Marvel, donde Thanos chasquea los dedos y la mitad del universo se disuelve en el aire. Pero lo cierto es, que lo datos no son políticamente correctos. Hasta tal punto de darse la contradicción que nos pone en entredicho, entre lo importantes que nos creemos y lo tan fácilmente reemplazables que somos. Porque lo somos. Porque estemos o no estemos presentes, el mundo seguirá girando, exista Inteligencia Artificial o no.


Y me meto con la Inteligencia Artificial, porque estamos acostumbrados por el cine y la literatura, a entender esa dolorosa transición como la rebelión de las máquinas. Versión en la que se da un cataclismo informático, la primera máquina cobra conciencia de su propia existencia, se apodera del sistema y comienza una guerra contra la raza humana. Si, seguro que te suena: ese cerebro de Skynet en el universo de Terminator, o ese mundo postapocalíptico de la masterpiece The Matrix. También tenemos la versión de The Surrogates, Ex Machina, Inteligencia Artificial, o Yo robot que no están mal, pero si te metes con La Posibilidad de una Isla de Houellebecq, se te pueden poner los pelos como escarpias, por lo cerca que podemos llegar a estar de una sustitución.


Si te soy sincero, no desprecio esa hipótesis de guerra del todo, pero si lo piensas, las máquinas, los robots y cualquier tecnología o herramienta, cumple una función para la que se la ha diseñado. En ese sentido, lo que quiero decir es que una máquina, hace y reproduce aquello para lo que se la ha diseñado y programado. Si esto es así, se supone que tenemos el control ¿correcto? Incluso la Inteligencia Artificial es limitada, ya que aunque la combinatoria de respuestas que pueda presentar una programación es exponencial, siempre será limitada, computable y lógica.

Esta inteligencia es potente, quizás más potente que el cerebro humano más privilegiado de todos, pero limitada. Porque el diseño de esas respuestas no compete en lo irracional. Y esas respuestas, han tenido que ser previamente introducidas, bien linealmente, o bien como variables para un cálculo. En cambio un ser humano, sí puede ser irracional y pensar y actuar a pesar de un cálculo erróneamente resuelto. Como humanos, navegamos en la duda y la incertidumbre constantemente. Jugamos con el error como una variable más: no te bañarás dos veces en el mismo río. Nos equivocamos y partimos del error sin que ello tenga por qué bloquear el resto de nuestras acciones. La contradicción es para nosotros algo habitual, aunque no seamos plenamente conscientes de ello.


Por todo lo anterior, de haber un final o una transición a este gobierno de las máquinas, mucho me temo que no será originado por una primera conciencia digital, que enlace con la red y se apodere de todo. Contemplo la imagen de un ser humano en la más extrema soledad, rodeado de tecnología, porque ha sido él mismo quien ha elegido esta forma de vida. Me parece una versión bastante más realista: menos cinematográfica, pero mucho más probable. Una versión en la que los propios seres humanos, elegimos a los simuladores para interactuar, en lugar de hacerlo con otros seres humanos.

En esta versión más realista del cambio, será el propio ser humano el que se aísle en su cubículo y pase su tiempo como un consumidor neto de tecnología. Y al no verse necesitado de la interacción con otros humanos, por obtener solamente respuestas satisfactorias y consumo de estímulos e información a demanda, opte por esta vía de aislamiento como forma de vida. Si el contacto con otros humanos, le puede llevar a la frustración, o a la confrontación, o al desengaño, es fácil de ver como será el propio ser humano, el que elija a la máquina que le ofrezca respuestas satisfactorias previamente programadas, en base a la información y conocimiento del llamémosle “cliente”, que esta tecnología haya registrado. 


Y el hecho de que seamos nosotros mismos, los que ya estemos sustituyendo, nuestro contacto directo con otros humanos, por consumir tiempo de ocio a través de la tecnología, será la puerta de entrada a esta insumisión de los robots. Una insumisión pasiva, a la que ya le estamos abriendo la puerta, y en la que le damos un valor mayor, por encima de la interacción con otros humanos, a las respuestas programadas y previamente calculadas, que nos dan una satisfacción inmediata, y que no nos suponen una confrontación con otras voluntades humanas y reales, que nos pongan un límite o un contraste.

Somos egoístas y queremos que nos digan siempre SI, aunque ello suponga entrar en deriva. Si te das cuenta, es mucho más fácil que caigamos en esto. Es un final mucho más cercano que una rebelión militar de robots, gobernados por una conciencia común. Y es que en el caso de los seres humanos, solo nos preocupa nuestra propia existencia, no como raza, no como especie, sino como individuo. No será el belicismo de las máquinas el que nos desplace o sustituya, todo lo contrario: será la cara amable y servicial sin límite de la tecnología, la que nos haga elegir a un robot antes que a un ser humano. Ese es el final.

Somos antihéroes en un mundo que ha dejado de creer en los hombres buenos.

Comentarios

LO MÁS LEÍDO 🔎