¿CUÁNTO MÁS ESTÁS DISPUESTO A AGUANTAR? 🔒
You know I've seen her in her uptown world, she's getting tired of her high class toys… and all her presents from her uptown Boys: She's got a choice
― Uptown Girl, Billy Joel
Una de mis canciones preferidas: Uptown Girl (1983), el clásico de Billy Joel que compuso pensando en su novia de aquel entonces, Elle Macpherson aunque posteriormente se casó con la protagonista del video Christie Brinkley, dos años después. Es una canción alegre, con una historia detrás: un mecánico del centro, que se enamora de una mujer de los barrios altos. Un hombre pobre enamorado de una mujer rica: un clásico romántico ¿verdad? Es una canción de los 80’s… era lo que vendía.
No me atrevo a llamarme artista como el bueno de Mr. Joel, porque simplemente escribo, y parece que cualquiera puede hacerlo ¿verdad? Pero si hay algo que pueda tener en común con los artistas, u otros escritores, o músicos, etc. es que mucho de lo que te cuento, tiene su inspiración en la vida real. Creo que lo mejor que puedo hacer, es convertir experiencias en algo útil, que nos sirvan a todos y que además nos entretengan. Esa es la intención. A veces parece que da igual, pero no es así.
Cuando todo te da igual, consigues vivir algo mejor. No porque tu calidad de vida suba mágicamente, no porque te vuelvas inmune a todo, si no porque quiere decir que has aprendido a relativizar. Eso es de lo que estamos hablando, no de volvernos pasotas autodestructivos. Si te has visto en la necesidad de relativizar, es que en efecto hay algo que no va bien, es algo que tienes que asumir, y que además… no te lo puedes quitar de en medio.
Aprender a relativizar, puede ser la línea que separe tu salud mental, de un trauma, la psicosis o la demencia. Consiste en darle de forma consciente, la importancia justa a lo que nos sucede, a lo que nos afecta. Es una decisión racional y voluntaria: tú eres el que elige, como asumir aquello que no puedes evitar. Eliges dejarte llevar, o eliges estar por encima de la situación: cabeza fría, ante todo. Cada uno elige como se toma las cosas.
Aun así, sigue habiendo muchas cosas que no dan igual: puedes relativizarlas todo lo que quieras, pero no deberíamos mirar para otro lado. A la gente se le está yendo mucho la pinza con la justicia y las redes sociales, mucho. Se están dando por buenas en la esfera pública, cosas como la intervención política en la vida privada de las personas, el adoctrinamiento infantil, los linchamientos públicos, y el miedo como herramienta de un totalitarismo políticamente correcto: o estás con nosotros o contra nosotros. Se está justificando la violencia, contra personas que no piensan lo mismo que los mal llamados justicieros sociales, se está dividiendo a la sociedad por sus genitales, legislando en base a ello. Y no legislando con leyes, si no con la opinión pública, que parece que tiene más peso que el golpe del martillo de un juez. No estamos avanzando: todo esto se repite una y otra vez en cada época. La tiranía ha tenido muchos rostros a lo largo de la historia, pero siempre ha sido tiranía.
¿Al final de la escena todos saldremos cantando y bailando perfectamente coordinados? ¿al final de la escena ese chico consigue ganarse el corazón de la mujer vendiendo como argumento su honradez? Hoy, la opción más segura para un hombre y la más inteligente, es la soledad. Porque parece que la única forma de no buscarse problemas, es no interactuar activamente con ellas; porque la única forma segura de interactuar con una mujer, es que ella venga cuando lo considere oportuno, y te toque con la varita mágica (solo si interesas, claro). Y claro, tú no puedes, ni debes negarte a nada, porque tienes las de perder en cualquier caso. Oye ¿eso cómo se llama? Se da por hecho que vamos a estar ahí, esperando a que venga alguien y nos de permiso para andar por la calle.
No sé quién sale ganando, en una guerra que pretende crear una brecha insalvable entre hombres y mujeres, cada uno por lo que son. Los hombres callamos mucho, consentimos muchas cosas, nos aguantamos, nos echamos a la espalda el peso y la carga, y seguimos con lo que haya que hacer: nos pesa lo necesario, por eso callamos. Y ahora mismo, no encuentro ningún discurso que realmente pretenda una conciliación, o una convivencia real, sin que venga alguien antes a juzgarnos y a quitarnos lo que hemos trabajo y construido. No encuentro ningún mensaje, que me haga plantearme realmente, si me merece la pena o no, amar como soy capaz de amar. Algo tan sencillo como eso.
El silencio nos hace cómplices. El silencio es tomado como consentimiento, por aquellos que se ven con derecho a pisarte y a pasarte por encima. No te puede dar igual porque te afecta. Y no solo te afecta a ti, nos afecta a todos. Renunciar a lo que eres y pedir perdón por vivir, por lo que eres, como están haciendo muchos “aliados” en redes sociales y en la esfera pública, humillándose porque es “lo que toca”, solo hace que esto se agrave. Están aceptando sobre sí mismos el desprecio y la persecución pública, para que como a perros, les den una galleta como premio: para que les dejen estar.
Nadie debería pedir perdón, ni ser condenado por lo que es, o por un daño que no ha hecho: no lo consientas.
Comentarios
Publicar un comentario
El mundo no va a cambiar por lo que vayas a decir ahora, créeme... pero si crees que merece la pena y debes decirlo ¡adelante! Es tu decisión.