CÓMO SER UN ANTIHÉROE 🚹

You think I like it? You think I like wearing this silly suit? I didn't asked for this and I don't have time to discuss around an argument with you. I've gotta get out of here, they have Bill!

― Ralph Hinkley, Greatest American Heroe

Toda la vida esperando que llegue tu momento. Esperando esa foto en la que por fin, eres el puto amo y el protagonista. Esperando a que te reconozcan, a que te asciendan, a que ya de una maldita vez alguien se dé cuenta de lo que vales, y que además te quieran y te valoren por ello. ¿Y qué es lo que pasa en la realidad?


Vas cumpliendo años, te vas dando cuenta conforme avanza el tiempo, que ese premio, está fuera de tu alcance. Te vuelves realista: estás con una mujer que para nada era lo que un día deseaste, o no estás con una mujer, o ya no estás con nadie, o te pescaron y te dejaste… que es peor. Ascienden a cualquiera menos a ti, y ni si quiera te dan las gracias cuando haces un gran esfuerzo. Parece que cumples con la vida, con tus obligaciones y con el trabajo, pero después ninguna de estas cosas cumple contigo. Bienvenido al club.

Todavía no lo sabes, pero eres carne de antihéroe. Nadie te lo ha dicho antes, pero lo eres. No tienes que repetirte ningún mantra, ni leerte un manual de autoayuda y creértelo para no caer en depresión. Estás haciendo que las cosas funcionen: eres un motor que no brilla, oculto bajo el capó de un utilitario. Siempre soñaste con ser un coche de carreras: un Fórmula 1. Alguien te dijo que algún día lo serías, que te lo tenías que ganar para merecértelo, y tú te lo creíste.

Nadie te va a culpar por ello, pero no estás dándote cuenta de que tú estás haciendo que las cosas pasen. Nadie te lo reconoce, no eres famoso por ello, tu familia no te da las gracias por llegar a fin de mes, y en tu trabajo tienes un horario y unas funciones, que dejan un espacio nulo a tu creatividad. ¿Creatividad? ¿qué es eso? ¿pero eso lo pagan en alguna parte? Un hombre hace lo que tiene que hacer, si no te dan el premio, es porque quizás no lo haya.

Los antihéroes son aquellos que resuelven y no llevan un traje con un logo. Son los que salvan y solucionan, sin que nadie se de cuenta. Son aquellos con los que se cuenta y se da por hecho que estarán. Solamente se les echa de menos cuando faltan, cuando no han podido venir, cuando los demás caen en la cuenta de que en efecto, si no están, hay algo que deja de funcionar.

No se lo tienen creído, porque no ponen en valor todo lo que son capaces de sacar adelante. Tampoco les dedican ni un minuto en la TV. Nadie les defiende, porque son ellos los que defienden a los suyos. Los antihéroes son hombres de felicidades muy sencillas, tanto… que un momento para ellos solos, y un pequeño espacio a modo de cueva, son premio suficiente. Un premio a su alcance. El antihéroe se responsabiliza sin que se lo haya pedido nadie, aguanta reproches y tira con todo hacia delante pase lo que pase, le digan lo que le digan. Nadie les hace un homenaje con un lazo en la solapa, por ser lo que son: hombres.


¿Ves como ya te lo decía yo? Si no escurres el bulto, si no miras hacia otro lado cuando las cosas pasan, si haces lo que tienes que hacer, si estás donde has elegido estar… eres un antihéroe y no lo sabías hasta ahora. Simplemente, no eras consciente de ello. Que no te den aplausos, ni te pongan la alfombra roja, no significa que lo que haces no valga. Claro que vale: ya verás como si te quitas de en medio se dan cuenta. Ahora que como antihéroe, probablemente no te quieras quitar de en medio, porque tú no eres así. Eso sería de cobardes. Y a pesar de tus defectos y tus limitaciones, y de todas las cargas que te pretenden imputar por ser lo que eres, ahí sigues. No han podido acabar contigo, ni podrán, no lo van a conseguir, porque eres más necesario de lo que crees. Que no te lo reconozcan, no quiere decir que no sea real. 

Los antihéroes hacen el trabajo que nadie valora. Jamás nos enseñaron a rendirnos, a menos que no quedara más remedio. Solo nos enseñaron a cargar como las mulas. Nos enseñaron a aguantar, a resolver, a dar soluciones, a ser prácticos. Nos enseñaron a construir el mundo con las manos, con nuestras ideas, antes que con palabras, antes que reclamar una recompensa o un reconocimiento, porque sabemos que si no somos capaces de construir algo, no nos merecemos tal recompensa, porque somos lo que hacemos. Se dio por hecho que íbamos a la guerra… y siempre hemos ido a la guerra: quisiéramos o no, íbamos porque sabíamos que teníamos que ir. Nosotros sabíamos que no podíamos elegir y lo aceptamos.

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