LOS IDEALISTAS TENEMOS QUE VIVIR DE ALGO 💼
Whenever I'm in here, and you hear me typing, whether you don't hear me typing, whatever the fuck you hear me doing in here, when I'm in here, that means that I am working. That means don't come in. Now, do you think you can handle that?
― Jack Torrance, The Shining
Un sueño muy ochentero, era dejarlo todo y abrir un chiringuito en la playa. Muy mediterráneo, algo hippie como el de irse a cualquier lugar de mar y quedarnos allí viviendo del aire, del arte, o del amor infinito existente entre la luna y el sol. Sueños de universitario, o sueños de parejas que empezaban y que al poco se interrumpían cuando ya había una firma de hipoteca. El año que viene… el verano que viene… en cuanto tenga algo de dinero ahorrado… son inicios con los que se justifican decisiones que no terminamos de tomar por miedo.
Como está el mercado laboral, quien no quiera ver, que conforme van avanzando los años, más tendremos que autoemplearnos y convertirnos en profesionales liberales a la fuerza, no se está enterando de que ya no cabemos todos. Y no todos podemos ser funcionarios, cosa que a los amantes de la seguridad pre-establecida les encantaría. Yo hace tiempo que me di cuenta de ello, y desde entonces, estoy buscando alternativas. ¿Y sabes cuál es la mayor dificultad con la que me estoy encontrando? Encontrar un nicho sin explotar, que ya te digo que los habrá, pero que tenga una demanda suficiente, para tener posibilidades reales de progesar y consolidar un mercado y un negocio. En cuanto empiezas, te das cuenta de que en efecto no eres el único que se lo está planteando.
Aunque bueno, si piensas por ejemplo en los negocios del sexo, o la alimentación, te darás cuenta, que tampoco es necesario ubicar un nicho sin explotar ¿verdad? Siempre he pensado que los básicos, son y serán la respuesta, pero es como meterse con la mafia. Y cuando los productos están definidos, la pelea pasa entonces a competir entre intermediarios, generadores de tráfico, venta por comisión, visibilidad de tu marca por encima de las de otros. Solo te queda ser diferente, o ser excepcional… aunque vendas lo mismo que el resto. ¿A que esto nunca te lo planteas cuando te imaginabas dejándolo todo para dedicarte a tu sueño?
Otros sueños que se suelen quedar en el tintero, cuando uno formaliza su vida en pareja contractual, es el de hacer grandes viajes, hacer larga distancia, explorar países lejanos y vivir grandes experiencias. Por eso cada vez, estamos menos dispuestos a dejar nuestros sueños y nos lo montamos más a nuestro aire. No es que estemos rompiendo el sistema, pero si te das cuenta, cada vez la gente se casa más tarde, si es que se termina casando. En este sentido, nos vamos haciendo conscientes, de que solo tenemos un tiempo, una vida y si tenemos que hacer una renuncia, cada vez la demoramos más, porque queremos vivir. Esto lo puede entender cualquiera. Es más, ya hay quien se pregunta (por ejemplo, yo) ¿Por qué tengo que hacer una renuncia? Que yo sepa, nadie nos obliga.
Ni los sueños, ni los ideales son baratos. De hecho, aunque te quisieras retirar a una isla que no saliera en las cartas de navegación, deshabitada, donde no llegaran los cajeros automáticos, ni Hacienda, antes tendrías que llegar allí. Y me da que el trayecto no sería barato. De hecho, ese sería el proyecto perfecto para algún que otro billonario, y quizás ni ellos lo tengan tan fácil. Quizás el secreto (y pienso en voz alta ahora mismo) es perderlo absolutamente todo y no tener nada. Quizás no quede otra que pasar por ahí, para reaccionar y evolucionar desde dentro para que el ingenio se ponga en marcha.
¿Recuerdas The Beach con Leonardo DiCaprio? Ese paraíso tenía un precio, un precio nada bonito. Irte por ahí de Digital Nomad, tampoco es gratis: a todos nos gustaría trabajar por nuestra cuenta, y movernos cada vez que quisiéramos a donde nunca habíamos llegado: pero eso también tiene un precio. A los que no queremos vivir aferrados ni al suelo, ni a un contrato, aunque esto resulte más cómodo, esa foto nos puede gustar más, que la de familia por contrato, pero desde luego tiene su precio y también sus renuncias. Vale, la foto es maravillosa, pero nadie te la va a regalar: vas a tener que ir a por ella y poner medios y sacrificio. Y no eres el único que la quiere.
La necesidad es la madre de la invención, refrán popular. Y yo me pregunto ¿realmente estamos necesitados? Quizás si lo estuviéramos realmente, nos la jugaríamos más a la hora de tomar decisiones, como la de trabajar por nuestra propia cuenta y riesgo. Porque cuando no te queda otra, es cuando de verdad reaccionas. El ser humano funciona de esta manera.
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