VENDEDORES DE HUMO Y ENVASADORES DE AIRE ⏳
It's not a fuckin' book! It's a weapon! A weapon aimed right at the hearts and minds of the weak and the desperate. It will give us control of them. If we want to rule more than one small, fuckin' town, we have to have it. People will come from all over, they'll do exactly what I tell'em if the words are from the book. It's happened before and it'll happen again. All we need is that book.
― Carnegie, The Book of Eli
Pensaba que ya lo había visto todo en el mundo de la mediación, las ventas y la especialización de los intermediarios. Pues no, estaba equivocado. Que el contenido de calidad escasea, es una realidad como un templo, que está todo o casi todo inventado también. Que la alternativa a un producto genérico, aparte de la competencia en precio, es crear atributos y valores añadidos a lo que se vende, OK… pase ¡aceptamos barco! Pero que te saquen un webimar sobre cómo hacer un webimar, para mi es signo de que el mercado está sobresaturado de vendedores, sin un producto de calidad, o ideas que realmente creen un mínimo interés en el comprador.
Es como venderse a uno mismo ante la escasez de producto. ¿Qué no tengo nada que vender que merezca la pena? Pues vendo mi disciplina. Si mi charla o si mi speech, o mi carta de ventas no tienen contenido real que interese, porque no tengo nada mejor que vender, pues entonces monto un taller acerca de cómo hacer un speech, o cómo redactar una carta de ventas online, el colmo: un taller sobre cómo hacer un taller. ¿En serio? Pues eso, cuando ya no queda nada, solo queda venderse a uno mismo ¿y después qué?
Está claro que cada uno tiene que buscarse las habichuelas, que el mercado nunca descansa y que la competencia es constante; pero ¿de verdad no hay nuevo contenido? ¿de verdad hemos caído en tal empobrecimiento, que no nos queda otra que vender al cuadrado? O sea, vender técnicas para vender. Eso y aire con un precinto etiquetado, es lo mismo.
Es más, me temo que aunque alguien se lo curre sacando nuevo contenido de calidad, nuevos productos, diferenciados con nuevas utilidades, no nos vamos a enterar nadie ¿y sabes por qué? Porque el mercado está tan sobresaturado de intermediarios, que con tanto ruido, ya no sabremos diferenciar lo nuevo, de lo mismo de siempre con el nombre cambiado. Es como si ya nadie quisiera crear, o fuera capaz de crear, y se va directamente al segmento de vendedor. Al paso que vamos, llegará el día en el que todos sabremos vender, pero no tendremos nada que vender.
Podremos pensar entonces: podemos vivir de generar tráfico ¿verdad? Pero hasta para generar tráfico, necesitamos un punto A y un punto B. El punto A son las necesidades del cliente, o lo que el comprador tiene en mente cuando empieza a buscar. El punto B es lo que le estamos ofreciendo al final de la cadena. Si lo que le ofrecemos no es lo que busca, no volverá a emplear esa ruta de búsqueda, o simplemente no volverá a mirar en nuestro escaparate ahorrándose el viaje; porque ese camino o esa ruta de búsqueda que a nosotros nos aportaba algo, es una calle de un solo sentido sin salida para el comprador.
Eso sí, cada uno seremos especialistas, de un eslabón dentro de la cadena; pero la parodia que no es tal, pintará esta cadena en la que habrá organigramas infinitos de firmas vacías, sin nada que decir en cuanto a producto. Un organigrama flotante, sin un cimiento o un anclaje, que le haga poner los pies en la tierra. ¿Qué será lo próximo? ¿vendedores de humo con diferentes sabores o colores? Que nos digan: Te vendemos humo de color verde, o mejor aún: te doy un curso para enseñarte a vender humo verde.
Por otro lado, tenemos a los creadores, a los que de verdad nos dan algo para poder vender. Cada vez son menos y cada vez son más difíciles de encontrar con producto de calidad ¿y sabes por qué? Porque ha dejado de compensarles el crear. Es así de simple, porque de toda esa cadena de intermediarios, mediadores y especialistas, son ellos los que deben poner el esfuerzo de presentar algo nuevo, para ser después su margen y escaso beneficio, el gran perjudicado. Hay que sostener una estructura en la que hay muchos eslabones y vigas flotantes, que no aportan valor, ni sostienen; pero por los cuales los que aportan contenido deben pasar para posicionarse y ser vistos. Porque si no es así, nadie puede verlos y no pueden colocar su producto o contenido.
En pantalla, solo estamos viendo aquello que quieren que veamos, pero no la realidad del contenido que hay detrás. De la realidad del producto o del contenido, a lo que percibe el potencial cliente o comprador, hay una distorsión tan grande, que realmente no sabemos qué es lo que vamos a consumir. Hay demasiados eslabones en el medio.
No me extraña, pero me duele: existirán productos y contenidos de calidad que jamás llegaremos a disfrutar, porque la mafia que promociona, vende y posiciona no sabrá verlos, por estar ensimismada en su ombligo. Habrá creadores que se sigan hartando de crear para nada y lo terminarán dejando. Y seguirán apareciendo hasta debajo de las piedras, vendedores que nos vendan “el cómo vender”, convirtiendo el método en producto, ante la ausencia de contenidos de calidad. Si el que crea contenido de calidad y genera producto pierde dinero, es que hay algo que no funciona. No queda otra que volver al punto de origen: crear, porque sin materia prima, ninguno hacemos nada.
Somos antihéroes en un mundo que ha dejado de creer en los hombres buenos.
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