A PECHO DESCUBIERTO 🔥

What are you going to do when you're not saving the world? Have you given any thought to that?

― Martha Kent, Man of Steel

Lo de ir a pecho descubierto en el amor, el “sé tú mismo” y el paradigma de la sinceridad absoluta desde el primer momento, han sido cosas que siempre nos han vendido como garantía de triunfo. Basta con madurar un poco y dejar de creerte lo que ves en las películas, para darte cuenta allá por la preadolescencia que esto de Disney no es real; y que lo de ir a pecho descubierto, solamente vale para quedarte tranquilo un momento; pero que ni mucho menos es la clave para ganar el corazón de la mujer que te gusta y a la que ¿por qué no? podrías llegar a amar de verdad.


Un triunfo limpio con la verdad por delante ¿verdad? Con la conquista del detalle, de los sentimientos expresados tal y como los llevamos por dentro, con una verdadera disposición a la entrega, al compartir un tiempo y un espacio con la mujer que a la que podamos amar… dime si alguna vez no has soñado esto. ¿Qué vida de todo hombre no sería plena empezando de esta forma? Algo auténtico, algo de verdad, algo que realmente te haga levantarte cada mañana porque merece la vena, no solo vivir, sino vivir mejor porque tienes amor.


Siempre he creído por experiencia propia y resultados, que el autocontrol es la capacidad que en concreto a los hombres nos da un mayor valor. Seamos buenos o malos, pobres o ricos, altos o bajos, guapos o feos, el autocontrol y el dominio de nosotros mismos, será siempre lo que nos acerque más a los resultados. No por casualidad ni por dogma, sino porque mientras tenemos dominio sobre nosotros mismos, en efecto podremos ser nosotros mismos quienes hablan y actúan. Bueno, en un plano social y racional, porque por debajo está el instinto que siempre es el que tiene la última palabra, se pongan como se pongan las leyes, la iglesia, los lobbies y el gobierno.

Hombre, recurriendo a la mitología de los superhéroes, en concreto al más grande de todos: Superman, el bueno de Kal-El sí pude permitirse el lujo de ir a pecho descubierto en el amor, no como el resto de los mortales. Él es el puto amo, y cualquier cosa que haga o diga, al resto del universo le parecerá bien, porque además es bueno. No es bueno, es el mejor. Y el mejor de entre todos, siempre puede permitirse licencias, que el resto de la humanidad no dejaría pasar a un tipo corriente como puedas ser tú o pueda ser yo. Si Superman fuese un hombre real ¿qué mujer no querría estar con él? Piénsalo. Hasta en un mal día, seguiría siendo el mejor.

No solo es lo que haces, ni lo que tienes, aunque sea lo que vea el resto del mundo: es tu identidad. Podría decir que es nuestra imagen de marca: Superman es Superman y es único. Pero digamos que los que no somos Superman, nos quedamos en The Greatest American Hero, algo más antihéroe, más realista y con las debilidades y defectos propios de los humanos. No seremos Clark Kent, seremos Ralph Hinkley y el traje no nos quedará tan bien. Aparte por no ser perfectos, no se nos va a medir con el mismo rasero a la hora de ir a pecho descubierto en el amor: eso te lo garantizo, porque ya he probado de esa medicina unas cuantas veces. La ilusión y la esperanza siempre están, pero debe ser un fallo en el código el hecho de reincidir.


Empiezas a darte cuenta, que conforme has avanzado en el tiempo y experiencia, cada vez has ido menos a pecho descubierto en el amor, y te has ido protegiendo más. Vamos, como hacen las personas inteligentes, no enseñando todas las cartas en la primera apuesta. Hay que calibrar, no puedes echar todos los caballos a la carrera si no estás seguro de que no solo puedas hacerlo, sino que además después les podrán abrir la puerta para descansar después de la carrera. Ahí es donde el autocontrol hace su aparición, o al menos… debiera hacerla. La selección natural elimina al débil, al que comete errores y en el amor esto no es una excepción. No, no es una excepción. Lo malo es que este autonctrol que nos distingue de los bichos, las bestias y los cobardes, no siempre está tan presente.

No se trata de controlar para aguantarse y hacerse el duro, o fingir ser alguien que no se es. Es más bien autocontrol para decir las cosas a tiempo, cuando la otra persona está preparada para recibirlas. De pequeño me decían eso de “quien mucho corre pronto para” … ¡y cuánta razón! Y no es porque esté mal, es simplemente porque el mundo no tiene por qué entenderte. El mundo no tiene por qué estar preparado para recibir lo que tú quieres entregar. Aunque realmente sabes que estoy hablando de ella, estoy seguro de que lo intuyes. Pues en cuanto a ella, lo mismo o más: tu idioma interno es tuyo, y ella no tiene por qué entenderlo. Lo que dentro de ti suena auténtico, lo hace solo dentro de ti, en tu idioma.

Si ellas son nadadoras en la piscina de las emociones, nosotros somos saltadores… y muchas veces nos tiramos al agua, sin saber qué hay cuando lo estamos haciendo. Puede ser el salto de tu vida, y durará solo lo que tardes en caer; porque nosotros sí nos la jugamos. Nunca se tiene pleno control de nada cuando se trata de dos voluntades: tú puedes tenerlo todo controlado, pero eso no quiere decir absolutamente nada. Es imposible tenerlo todo controlado, cuanto antes lo aceptes, más libre vas a ser.


A veces más valdría no tener nada claro, o nada controlado y plantearnos dejarnos llevar y disfrutar del momento. Simplemente eso. Porque incluso por encima de la identidad, están la fuerza y el instinto, muy por encima a la hora de la verdad. Por eso a veces no entendemos, porque no tiene por qué ser racional, no se conquista convenciendo con un argumento brillante. En una pelea a vida o muerte, no hay raciocinio que valga: es o el otro o tú, y en una situación así hay que hacer lo que hay que hacer.

Mientras en la jungla estarías muerto, por ir sin cubrirte las espaldas y a pecho descubierto… una de cada mil, o una de cada un millón, sí respeta que lo hayas hecho así. Quizás no lo entienda del todo, quizás no lo comparta del todo, pero quizás sí sepa ponerse en tus zapatos. No te diré lo contrario, porque las hay; pero no esperes a encontrarte con una mujer así siempre; porque escasean. No es lo normal, porque lo normal en la jungla, es que si te descuidas acabes siendo la presa.

No esperes a depender de la bondad o del buen corazón de aquella mujer a la que le entregues tus sentimientos. Hazlo si sientes que debes hacerlo, porque solo vivirás una vez y el tiempo no se recupera, pero nunca renuncies a responsabilizarte de tus propias palabras, de tus gestos, de tus emociones y mucho menos de tus actos; porque eso es lo que nos hace hombres: haya alguien mirando o no. Es mejor que asumas en la base, que el mundo no tiene por qué entenderte, ni ella tampoco.

Somos antihéroes en un mundo que ha dejado de creer en los hombres buenos.

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