UN MULTIVERSO N-DIMENSIONAL POSIBLE EN UNA PIZARRA

Por las diversas ocasiones en que Morfeo avisó a los mortales a través de los sueños, de acontecimientos que estaban por venir y de los que no debían saber nada, Zeus, enfadado, le lanzó uno de sus rayos fulminándolo.

― El mito de Morfeo

Si finalmente se confirma que todo este entorno tridimensional que conforma nuestra realidad, consiste en una experiencia holográfica, la proyección que somos nosotros y el mundo que nos rodea bajo una ilusión de fisicalidad, debe tener una fuente luminosa que ha de salir de alguna parte, y pasar a través de una lente que hace que todo esto funcione.

UN MULTIVERSO N-DIMENSIONAL POSIBLE EN UNA PIZARRA

La luz o el láser que nos da la ilusión de la materia, ni siquiera tiene porqué ser tal y como lo concebimos según nuestro limitado conocimiento. De igual forma, la lente sobre la cual están dibujadas nuestras formas, tampoco tiene que ser tan ópticamente definida y exacta, como una lente de proyector. Quizás estamos hablando de variables n-dimensionales.

Me estoy acordando de mi profesor de álgebra de la carrera, cuando nos hablaba de hiperplanos, dibujando ecuaciones en la pizarra de más de 4 variables, incluso de n variables... y ahí estaba todo, en esa pizarra: una realidad n-dimensional que podía representarse y que a la vez, era imposible de percibir en las condiciones que nos ocupan.

Muchas veces pienso que pienso demasiado, valga la redundancia, y que no voy a arreglar nada tratando de destripar todas mis preguntas, acerca de la verdadera naturaleza de la realidad: tengo preocupaciones mucho más materiales y cotidianas, como cualquier hijo de vecino, pero a estas alturas es demasiado tarde para echarse atrás.

No sé cómo se ignora, o cómo se pasa del tema… me gustaría hacerlo, pero cuándo tienes la certeza indemostrable, de que hay mucho más de lo que no vemos, que nos afecta desde otras dimensiones o planos, a lo que estamos viviendo hoy y ahora, pueden pasar dos cosas: diagnosticarte de esquizofrenia y medicarte, o expresarlo de forma útil y abierta.

LOS SUEÑOS Y EL MATERIALISMO CIENTÍFICO

Todo lo que se sale de los válidos y prudentes límites del materialismo científico, es juzgado implacablemente cómo insano, falso, inútil, antieconómico… perseguido como superchería por ávidos corregidores, que confían ciegamente en todo lo que es demostrable bajo nuestros limitados ojos, mientras se hiere de muerte a lo que podría ser, pero sin certeza.

Soy de aquellos que cuando han soñado que vuelan, tampoco muy a menudo, me doy cuenta de que en el sueño, no me planteaba dudas y que podía decir que volaba de forma instintiva, simplemente con pensarlo y con lanzarme a hacerlo. ¿Soy el único al que no le cuadra? Sin sensación de vértigo, sin miedo, sin una irrefutable gravedad que lo impida.

Si los sueños no son prueba de que tenemos una naturaleza n-dimensional, que subyace en otros planos de consciencia, y que salta en cuanto tiene ocasión, al no tener un control consciente ¿qué lo es? En la experiencia onírica, nuestra mente, es como la pizarra sobre la que mi profesor de álgebra, representaba hiperplanos imposibles de experimentar o percibir.

No solo por lo que experimentamos en sueños, sino por nuestra capacidad para entender lo abstracto, aunque no seamos capaces de percibirlo en una realidad de tres dimensiones, con nuestros cinco sentidos. Y por nuestra capacidad de visualizar en nuestra imaginación, y de construir imágenes, que no hemos percibido antes o que jamás tendremos delante.

SI PODEMOS IMAGINARLO, PODEMOS CREARLO

Salvo que podamos permitirnos el lujo de vivir de nuestra creatividad, nada de esto ponemos en valor por considerarlo inconsistente, subjetivo, opinable y parte de un pseudoconocimiento no consolidado. Hasta el punto de explicarnos los sueños, lo que experimentamos y percibimos ¿Por qué han de tener una explicación reglada?

Desde luego no quieren que nos explote la cabeza, ojo… es como si hubiese que justificarlo todo desde un punto de vista lógico y racional, encajonando esa experiencia de una forma tan limitada, que no nos haga ir más allá. Es una manera de someter a la mente, diciéndole que esa realidad no es tal y que solamente puede llegar hasta un cierto punto.

Si tenemos capacidad para entender las matemáticas, para realizar esquemas abstractos, para construir imágenes, para dibujar cosas imposibles o crear ciencia ficción, es porque en alguna parte todas esas ideas y objetos, que se salen de la tercera dimensión, tienen un lugar y son posibles, porque si no fueran posibles, ni siquiera podríamos asimilarlas.

Es pretender aterrizarlo toda la fuerza y no dejarlo salir de lo material, bajo ningún concepto y a riesgo de condena por estigmatización. En cambio todos hacemos uso del Wi-Fi sin haber percibido directamente los campos de ondas que transmiten la información, sino que simplemente nos lo creemos, porque funciona como creemos que nos han dicho.

UNA REALIDAD REDUCIDA A UNA PERSONALIZACIÓN 3D

Mientras nos den un juguete, algo que podamos utilizar o consumir, no nos cuestionamos la naturaleza de la realidad. Porque quizás en esta naturaleza, haya respuestas que nos estamos perdiendo, por nuestra obcecación condicionada de no salir de lo material. No interesa que nos movamos en el terreno de lo abstracto, porque eso nos hace pensar.

Si encajonas la percepción y el conocimiento, limitas la capacidad de desarrollo del ser humano, orientándola para no salirse de los bordes. Después, el efecto rebaño hace su trabajo con la estigmatización social, para frenar cualquier atisbo de individualidad. Nos debería dar igual lo que piensen los demás, a favor o en contra, pero no: hay persecución.

El hecho de que estemos en una realidad reducida a una personalización 3D, nos debería hacer pensar acerca de nuestra naturaleza, el origen de la onda que da lugar a nuestra consciencia, lo que sería nuestro Wi-Fi entendiendo nuestro cuerpo como un dispositivo, o cómo es nuestro “yo” n-dimensional y qué planos de consciencia ocupa.

Si soñamos más, para encontrar respuestas dentro de ese entorno, o si empezamos a navegar en nuestros propios sueños de una forma más lúcida y consciente, dejaremos de verlo como una anécdota onírica perfectamente explicable y puntual. Necesitamos tener más experiencia, en lugar de tener tanta explicación reducida, lógica y materialista.

Somos antihéroes en un mundo que ha dejado de creer en los hombres buenos.