LA RESISTENCIA Y SUS DISIDENTES NO CONVERSOS ⚠️

Fear is the path to the dark side. Fear leads to anger; anger leads to hate; hate leads to suffering. I sense much fear in you.

— Yoda, The Phantom Menace

Lo peor que le puede pasar alguien que se aferra al poder a toda costa, es que de forma pública aparezcan voces, que pongan en entredicho y hagan peligrar su posición de poder.


Que no estamos en una democracia real, a estas alturas ya no es ningún misterio. Que pretendan imponer el imperio de la censura y del ataque frontal a cualquier opinión, visión, palabra o pensamiento, fuera de la hegemonía políticamente correcta, sostenida por un pseudo socialismo babilónico arraigado en el victimismo, tampoco es una sorpresa.

El miedo siempre ha sido el arma preferida de cualquier régimen para mantenerse en el poder. Dando a entender que nos está “protegiendo”, y a cambio de esta protección, entregamos parte de nuestra libertad, para beneficiarnos dentro del sistema, a través de los canales que se han previsto para ello, y solo a través de éstos.

EL MIEDO COMO MÉTODO DE CONTROL


Pero si te das cuenta, el miedo es algo intangible: no se pesa en kilos y puede hacerse todo lo grande que se quiera, siempre y cuando la ciudadanía no se plantee ponerlo en discusión. Aquellos que no tienen miedo o que lo han perdido, viendo que sometiéndose no han obtenido absolutamente nada, y es más, hayan podido perder son los no conversos.


Más allá de luchar por nuestra libertad individual, cosa de la que el régimen no quiere oír ni un leve suspiro, debemos plantearnos en primera persona, cada uno de nosotros, hasta qué punto estamos comprometidos con nuestra propia libertad, para no solamente conservarla jugando a no perder, si no para hacer pleno uso de ella siempre y cuando sea necesario.

He estado a punto de utilizar la palabra derecho, pero antes de escribirla, me he dado cuenta de que, si la utilizaba, me estaría ciñendo o mejor dicho: limitando, a un marco legal actual que tampoco es justo. Ya que quien lo ha implantado, lo ha hecho en vistas única y exclusivamente para proteger primero sus privilegios y después, mantenerse en el poder.

De hecho, cada vez que reclamamos un derecho, estamos legitimando un marco legal que nos tiene cogidos por la raíz, y del cual mientras vivamos en sociedad, es prácticamente imposible escapar. Es peligroso mantenernos siempre en una posición reclamante, ya que mientras reclamamos derechos y no libertades, estamos reconociendo como fuente principal de derecho, a una estructura que no reconoce y que persigue, cualquier voluntad que se salga de sus parámetros de diseño.

NINGUNA LEY PERMITE RESETEAR EL SISTEMA


Ya que quien ha diseñado estas estructuras, lo han hecho de forma que, puedan ellos y los de su clase, perpetuarse en el poder. Cuando reclamas, estás reconociendo que alguien tiene que darte algo, es así de simple. Y cuando reconoces que alguien está por encima de ti para otorgarte un bien, un derecho o un servicio, le estás legitimando en el poder como fuente de derecho.


Es por eso que, desde un régimen políticamente correcto, que invisibiliza de inmediato y censura de forma radical, cualquier voz disidente, siempre nos hablarán de concedernos derechos, pero nunca nos animarán o incentivarán en el uso de la libertad individual. Ya que, si hacemos un uso real de esta libertad, demostramos de facto, que el régimen bajo el que estamos sometidos no sería necesario. Y esto pone de manifiesto, la debilidad de quién pretende aferrarse al poder, mientras nos promete más derechos y salvaciones varias.

Porque tiene que parecer que quién está arriba, está haciendo algo por nosotros. Y que, de alguna manera, existe una diferencia entre ese personaje con poder y otro cualquiera. Al final, la realidad siempre demuestra que, salvo casos puntuales y raramente excepcionales, el poderoso solamente piensa en sí mismo y en mantener y ampliar su estatus.

NO SON INTOCABLES


Ningún régimen es intocable: ninguno, pero hará todo lo posible por mantenerse a sí mismo y retroalimentarse, a través de sus propias estructuras. Por lo que siempre venderá muy cara, o casi imposible, cualquier modificación de las reglas del juego, que ponga en entredicho la necesidad de las figuras que lo representan. ¿Te suena de algo todo esto?


El verdadero mérito de los poderosos, ha sido el hacernos creer que son realmente necesarios, ya que cualquier norma o estructura del sistema, está basada en que existan y se reconozcan diversas figuras y entidades, que representen el poder.

Sobre el papel, nada cabe fuera del sistema. Pero el uso de la libertad individual es el verdadero motor de la sociedad. Nadie salvo nosotros mismos, elegimos trabajar, estudiar, pagar, desplazarnos, servir y hacer cada uno en su medida, el papel que ha optado por representar.

Podremos decir siempre que queramos, que todo nos ha sido impuesto; pero en última instancia, en un plano más o menos consciente, somos nosotros quienes elegimos levantarnos de la cama, poner un pie en el suelo y empezar el día. Sin ese gesto tan cotidiano y leve, nada funciona.

LA LIBERTAD INDIVIDUAL ES EL MOTOR DE TODO


Y lo bueno es que ese gesto, solamente está sometido a nuestra libre voluntad, aunque lo tengamos tan mecanizado, que creamos que se trata de pura inercia. Nadie puede entrar ahí.


La prueba principal de que estamos bajo un régimen y no bajo un gobierno legítimo, es que cualquier régimen trata de extender siempre sus estructuras, sustituyendo todo lo privado por estructuras estatales, de forma que, en la mayor medida posible, el control sea máximo. La burocratización de un sistema es inversamente proporcional a la libertad individual de la población. Cuantas más estructuras consiga enraizar el sistema sobre el flujo privado, más difícil será posteriormente desprender estás normas y regulaciones públicas, de la vida cotidiana de las personas. De todo de lo que se trata aquí, es simple y puro control.

Es por eso que los disidentes, quiénes piensan distinto son tan peligrosos: ya que, aunque seamos personas sin poder en la cima, tenemos muy claro que cualquier movimiento comienza, siempre desde una opción que solamente podemos tomar desde nuestra libertad individual.

Somos antihéroes en un mundo que ha dejado de creer en los hombres buenos.

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