CINCO RAZONES PARA PERMANECER SOLTERO 🎓

A little word of advice: next time you're watching a place, don't claim that you own it just because you're watching it, OK? I house sit for my sister all the time; it's not like I claim that I own her house, ya know what I mean?

― David Starsky, Starsky and Hutch

He tenido la oportunidad de conocer y poder estar con mujeres excepcionales, motivadoras y con las que te irías al fin del mundo. Más allá del sexo o de un atractivo físico, he podido disfrutar de ellas, y si te soy sincero, creo que para mi perfil… debo reconocer que he tenido mucha suerte. Al menos así lo creo desde dentro y no tengo ningún problema en decirlo bien alto.

Creo que no relacionarse con mujeres es un error, no soy MGTOW ni lo quiero ser, pero eso no quita que no actúe con inteligencia, y que en determinados momentos, sepa que debo separar deseo sexual, sentimientos y emociones, de la toma de decisiones cuando estas opciones, me pueden afectar vitalmente o comprometer. Si no miras por ti, nadie más lo hará: eso lo tengo muy claro.

Y es por eso, que te presento a continuación, cinco razones para no formalizar una relación con una mujer, dentro de lo que podemos llamar la burbuja occidental; para que las sigas con inteligencia y no como unos simples tips a cumplir sin pensar. Ninguna de estas razones, está puesta arbitrariamente, por eso debes o mejor dicho, deberías tenerlas muy en cuenta, y pensártelo bien, antes de dar un paso. ¿Qué cuales son? Aquí las tienes:

1. simple análisis coste-beneficio

Nos tienen muy mal vendido, que para un hombre una vida estable en pareja, es la panacea, lo correcto y lo que debe ser. Este paraguas moral que todo lo cubre, nos condiciona, porque para nosotros “es lo correcto”, mientras que para ellas, les dan el mensaje contrario: que sean libres, que hagan lo que quieran, que estén con quien quiera y cuando quieran, que se tomen su tiempo para elegir y que mientras tanto… se lo lleven todo por delante.


¿Y en cambio a nosotros que nos dicen? Que debemos ser buenos, cumplir sus deseos, estar con una y ser fieles, incondicionales y proveedores. Verás que desde esta perspectiva moral impuesta, el hombre en la pareja no tiene mucho margen.

Te dicen que si estás con una, no puedes estar con más. Nadie te dice, que te quedes a tu aire y que hagas lo que te de la gana, porque eso te convierte en “un bicho raro”. Mientras a ellas, les dan el mensaje justo contrario. Esas leyes morales, bajo las que hablan los sumisos cuando les dan permiso, es lo único que tienen, porque todos ellos saben que no pueden decir otra cosa, para no hacer temblar el débil entramado de esa falsa seguridad, forjado con palillos de dientes.

No compensa, o mirándolo como un análisis riesgo-recompensa, tampoco. No me refiero solamente a la responsabilidad económica derivada de un divorcio, o a la desigualdad existente en el trato legal, sino que además el hombre tiene que cargar con la posibilidad de que aun teniendo su base y estatus cubiertos, la infelicidad o la insatisfacción de su pareja, puede hacerse presente en cualquier momento.

La infelicidad y la insatisfacción de una mujer, para nosotros tiene consecuencias más allá de lo sentimental, ya que ella dispone de herramientas legales que puede usar de forma arbitraria y conveniente a sus intereses, independientemente de que ella haya sido la parte causante de la ruptura de forma unilateral.

Ellas sí tienen ese margen y ese respaldo, pueden utilizarlo a voluntad, aunque tú hayas sido un buen hombre. Y si tu seguridad económica y jurídica, va a depender de que ella tenga un buen día… verás que no es inteligente comprometerse, y menos, si lo que persigues precisamente es estabilidad, confort, seguridad económica y tranquilidad.

2. tú eres el dueño de tu tiempo y tus recursos

Y así debería seguir siendo. Es muy fácil decir que los hombres son unos egoístas, cuando es siempre a nosotros a los que se reclama que compartamos. La verdad, no he conocido en primera persona hasta hoy, a un solo hombre que se acercara a una mujer por ver en ella valor económico. ¿Qué lo habrá? Por supuesto, y si quieres verlo, vete de crucero: se ven parejas muy curiosas en un crucero.


Ahora que si estás en pareja, algo que tengo muy comprobado, es que salvo raras excepciones, que las hay y que las he visto y vivido también, en la mayor parte de los casos, el motor principal de gasto e inversión, son los recursos del hombre en la pareja. Y la parte correspondiente al ahorro y la reserva, corresponde a los recursos de ella, que raras veces se tocan.

Así es muy fácil decir que las mujeres son mejores ahorradoras, y que gestionan mejor el dinero ¿verdad? Claro, siempre que haya un hombre al lado desembolsando, sin que ella tenga que aportar, al no sentirse obligada a hacerlo, es más fácil ahorrar. Porque en su caso, ellas pueden elegir. En cuanto a nosotros, se da por hecho que vamos a contribuir, primero porque la mayoría vemos que es lo justo, y segundo porque aunque no queramos, podemos sentirnos obligados a hacerlo.

De hecho, he conocido a más de un hombre, y a más de dos, que me hayan confesado tener una cuenta privada, o un dinero, fuera del conocimiento de sus parejas, ya que, si ellas estuvieran al tanto, lo primero que iban a hacer es fundírselo. Si estás casado, sabes de qué te estoy hablando ¿cuánto te duran las pagas extra? Pues eso.

3. cualquier mujer puede utilizar su condición

Una vez que se ha alcanzado y se ha asumido a un nivel social, legal y de convivencia la igualdad en la burbuja occidental, seguidamente se ha establecido un marco hegemónico, en el que la mujer por propia condición, es considerada víctima, independientemente cual sea su entorno y sus circunstancias. 


Y bajo el paraguas de víctima por condición, se han impuesto leyes y normas sociales, que cualquier mujer puede instrumentalizar, partiendo de esta victimización legal. Que cualquier mujer decida emplear esta condición como coacción, amenaza o mala fe, es algo que depende única y exclusivamente de su voluntad.

Es por eso que cualquier mujer, que ejerza un comportamiento agresivo, abusivo, desigual, violento, tiránico o irresponsable, puede hacerlo con total impunidad, siempre y cuando el objeto pasivo sea un varón heterosexual, que tenga un parentesco o relación con ella. Y puede aprovechar esta situación, para obtener lo que quiera bajo amenaza.

Ante esto, no ya por ser pareja, si no por el mero hecho de acercarte una mujer desde cero, puede suponerte un riesgo real como varón, cuando no vas a tener ningún tipo de respuesta posible, ni respaldo, ante una mala reacción, muchos optan no ya por echarse novia, o casarse, si no directamente ni acercarse a ellas. Aunque el miedo no se pese en kilos, hace que esta brecha entre hombre y mujer, sea cada vez mayor.

4. por respeto a uno mismo

La disponibilidad del hombre en la pareja, una vez afianzado pasa a ser algo que se da por hecho, y por ende, deja de valorarse como algo que nosotros damos y ofrecemos, como algo auténtico, llegando a convertirse en un contrato de mínimos, al que ella cree tener derecho de administrar y controlar: tu tiempo, tus recursos, tu vida sexual y vuelvo a repetir el tiempo, porque no quiero dejar de lado que es lo más importante.


La mujer en una relación, a menudo olvida de facto, que nuestra exclusividad tiene un precio. Quizás porque también muy a menudo, nosotros no se lo recordamos y cedemos nuestro espacio, tiempo y recursos, supuestamente de forma libre, precisamente para que la relación funcione y se pueda construir algo.

Bueno, pues ellas se ven con derecho a disponer de lo que tienen al alcance de la mano, pensando siempre primero en ellas mismas. Esto es una realidad, y no digo que esté mal. Solo pregunto ¿por qué nosotros aceptamos esto sin preguntar? En ninguna parte está escrito que deba ser así, y nuestra exclusividad en pareja, tiene un precio y un coste de oportunidad, porque lo tiene.

Somos nosotros los que debemos ser los primeros en saber cuál es este precio y fijarlo poniéndolo por delante, como condición para estar con ella. Porque querido amigo, ninguna mujer por excepcional que sea, te está haciendo un favor ni salvándote la vida, por tener una relación contigo. Y puedes estar seguro, que si a ella por un solo instante o leve pensamiento, esta relación no le compensa, no es que abandone la relación… es que ni siquiera la iniciará. Fija tus estándares.

5. ella no se hace responsable

El marco social, legal y mediático, le dicta a la mujer que ella se lo merece todo, que tiene derecho a todo y que todo le ha de ser dado, por el mero hecho de ser mujer. No tienen que ganárselo, no tienen que ser responsables de nada, ni si quiera tienen que plantearse dar algo a cambio.


Si esto lo extrapolas a las relaciones, vas a encontrarte con mujeres cada vez más adolescentes, para las que mentalmente no ha pasado el tiempo: mujeres exigentes que solo están interesadas en hombres trofeo, altos, guapos y con dinero. Y no bajan de ahí, sin ni siquiera plantearse medir su propio valor, porque en todas partes les dicen que su valor es alto, sin tener que trabajarlo. Un paso más allá de la hipergamia de toda la vida, con un matiz adolescente.

Y fuera de esta ley de mínimo esfuerzo, ya dentro de la relación, tenemos lo que podríamos llamar responsabilidad cero. El hombre para sostener la relación, parece que se deba de comportar en todo momento, como si ella estuviera en posesión de la verdad, teniendo que plegarse continuamente para no provocar una crisis, dándole siempre la razón.

Píntalo como quieras, pero esto es infantilizar y tratar a la mujer como si fuera un ser no inteligente. Y más, que esto genera una deriva, en la que ella jamás es responsable de nada, y tú el culpable de todo. Prueba de que como hombre, para asumir esta relación ya has sido completamente anulado y consintiendo este infantilismo de “Ella siempre tiene razón” serás tú mismo el que haya encendido la chispa, para que ella se harte, al no tener un hombre que la sepa llevar.

Porque parece que esto que digo es un atentado contra la libertad de la mujer ¿verdad? Repito: un hombre que la sepa llevar. Suena a que la mujer no tiene por si misma capacidad, cosa en la que yo no creo. Aun así, ellas reclaman en sus relaciones, alguien que las sepa llevar. Y si no, eres un flojo, unos calzonazos, un esto y un lo otro. ¿Qué pasa entonces? Creo que ya lo sabes.

No hay balanza que soporte este desequilibrio, estás mejor solo.

Y en tu polla, tu tiempo y tu bolsillo mandas tú.

Somos antihéroes en un mundo que ha dejado de creer en los hombres buenos.

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