¿TE ATREVES A PONERLA A PRUEBA? 🐔
Strange isn't it? Here we are. In the darkest corner of this Earth. And we're afraid of our own kind.
— Arlen, The Bad Batch
¿Sabes que me encanta el buscador de Google para hacer pruebas? Para que veas, introduzco: él daría un brazo por estar con ella, le doy a buscar, y salen aproximadamente 3.700.000 resultados. No está mal ¿verdad? Ahora lo pongo invertido: ella daría un brazo por estar con él, y salen aproximadamente 2.740.000 resultados. Casi un millón de registros de diferencia ¿cómo lo ves?
No sé tú, pero por si acaso… yo no me voy a jugar el brazo por ninguna, porque hay un 26% de probabilidades de perderlo quedándote descompensado. Haciendo la misma búsqueda en inglés, tu probabilidad de perder el brazo aumenta a un 36%. Aun así, tengo la impresión de que Google se sigue quedando corto. En la vida real, me temo que las diferencias son más abruptas. Mi recomendación: no te juegues el brazo por una mujer, quédatelo para ti.
Conozco a más de uno que sí que se jugaría el brazo, no ya por la mujer que ama sino por echar un polvo de sábado por la noche. Y el problema es justo ese, que creen que se tienen que jugar algo, porque parece que van a recibir algo extraordinario, o se consideran muy afortunados porque les van a hacer un favor muy grande, o aun peor: creen que lo que sienten es recíproco en la misma forma, en la que ellos entienden, que serían capaces de sacrificarse por ella, u ofrecer algo de gran valor por ella.
Pobres incautos, el perro va antes que el hombre, si ella tiene perro. Si tú tenías un gato, antes de estar con ella, probablemente tengas que deshacerte de él, solo porque a ella no le guste. Claro que a ella le gustan los animales: y los suyos van primero, por supuesto. Así que, si se trata de alguna parte de tu cuerpo, una pertenencia, o algo de gran valor, que tengas como necesario y en muy alta estima, insisto: quédatelo para ti. Y lo más importante, te pida lo que te pida ella, bajo la marca registrada de amor de pareja, no renuncies a ello bajo ningún concepto, porque entre el perro y tú, el que gana es el perro.
De todas formas, eso tenías que haberlo visto, el primer día en que viste como hablaba de su perro, llamándose a sí misma “mamá” y como lo trataba mejor que a cualquier persona que conozca. Un aparte en tu cerebro sabía que allí algo no funcionaba, que no marchaba bien, pero preferiste no hacerle caso al reflejo de tu amígdala y seguiste el juego, seguiste, seguiste… hasta que llegaste a aceptar tu puesto de último a la cola, de lo que a ella tenga bien ofrecerte. Lo malo, es que si ya tienes hijos, has probado el valor de la inexistencia doméstica, pero ya no estás pillado por aquel brazo que tan seguro estabas de apostar, sino por otra parte colgante, un poco más abajo: los testículos. En su día quedaba muy romántico ¿verdad? Pues ahora te jodes: a veces y nos solo a veces, es mejor no seguir la corriente, hacerle caso a la vocecita que habita en la base de tu cerebro primario, y largarte cuando estás a tiempo.
Es algo tan simple como preguntarte ¿qué sales ganando tú? Porque te garantizo, que esa pregunta ella la tiene muy presente, y que en ese sentido sus cálculos son absolutamente implacables. Dime ¿qué ganas? ¿crees que esa relación seguiría existiendo, o simplemente se hubiera dado, si tu no te hubieras hecho prácticamente al completo de su modus operandi familiar, doméstico, sexual y económico? ¿te atreves a ponerla a prueba? ¿no te atreves? ¿por qué no? No sé, igual temes perder algo, porque no estás muy seguro de que ella pasara el test. Te metiste por completo y de cabeza, en el mercado de la escasez.
No son mayoría, ni mucho menos, pero poco a poco cada vez más hombres se están preguntando eso de: Bueno… ¿y qué gano yo? Porque encuentran de una forma cada vez más clara, que aquí el equilibrio está exageradamente desplazado hacia su lado, que ya pueden pintarlo como quieran, que no compensa. Demasiado esfuerzo, demasiado tiempo y demasiados recursos ¿invertidos? No, invertidos no, porque uno cuando invierte, recupera la inversión con beneficios, por pocos que estos sean; pero no… todo lo que hay de aquí a medio-largo plazo, no son mas que desventajas. ¿Un compromiso? Dile que eres alérgico a su raza de perro, y no esperes que ella se juegue un brazo por ti, porque no se cambiará ni el peinado.
Es tu tiempo, es tu esfuerzo, tu voluntad y tus recursos. Solamente te pertenecen a ti, porque tú sí te los has ganado.
Comentarios
Publicar un comentario
El mundo no va a cambiar por lo que vayas a decir ahora, créeme... pero si crees que merece la pena y debes decirlo ¡adelante! Es tu decisión.