¿VIRGEN A LOS 47 AÑOS? ✂️

I'm the enemy. Cause I like to think, I like to read. I'm into freedom of speech and freedom of choice [...] I've seen the future, you know what it is? It's a 47-year-old virgin sittin' around in his beige pajamas, drinking a banana-broccoli shake singing "I'm an Oscar-Meyer Wiener". You wanna live on top, you gotta live Cocteau's way. What he wants, when he wants, how he wants. Your other choice: come down here, maybe starve to death.

― Edgar Friendly, Demolition Man


Demolition Man es una Stallonada de los 90’s, que muy lejos de ser una película de acción de mis preferidas, sí tiene un punto bastante bueno; y es que acierta prácticamente al 100% en su modelo de sociedad futurista, con lo que estamos ya viendo hoy en día en Occidente: una sociedad sin libertad, en la que una dictadura fascista políticamente correcta, sustentada por la izquierda política, el feminismo hegemónico y los lobbies identitarios, campa a sus anchas en la educación, política y medios de comunicación, con el objetivo de convertirnos en seres infantiles perpetuos, dóciles, miedosos, asexuados, emasculados y fácilmente controlables.

un mundo de adultos infantilizados


En la sociedad de la película, la delincuencia ha sido erradicada y los ciudadanos viven, trabajan y se comportan conforme a una programación de nacimiento, según patrones y características predeterminadas. Está inspirado en la novela Un mundo feliz de Aldous Huxley, y es por eso que el nombre de la protagonista Lenina Huxley, es un guiño al personaje principal de esta novela, y su apellido, el del autor.


Tenemos una sociedad sumida en la infantilización, en la que sus habitantes, prácticamente carecen de maldad, así como de libre albedrío. Todo está controlado: lo que dices, lo que comes, lo que escuchas por la radio y las relaciones sexuales han desaparecido ¿no te suena todo esto de algo? Demolition Man es del año 1993, y Un Mundo Feliz (A Brave New World) se publicó en 1932, sí… ¡como lo oyes! La historia en su deriva es tan previsible que asusta. Aunque el régimen políticamente correcto actual, pretenda eliminarla para no dejar huella de lo que realmente somos.

EL régimen siempre quiere borrar todo lo anterior


La razón por la que quieren borrar nuestra verdadera identidad, y al fin de cuentas, lo que realmente somos, es porque una persona sin identidad es mucho más fácil de manejar que alguien que sabe de dónde viene y lo que es. Ya que cuando uno se conoce, es capaz de abordar sus limitaciones y por tanto, saber exactamente a dónde puede llegar, o sea: desarrollarse y crecer.


Mientras no estemos desarrollados, o seamos carentes de identidad, necesitaremos qué una figura superior nos diga quiénes somos, qué debemos hacer y qué debemos elegir dentro de un menú cerrado, tolerado para menores de 13 años. El ser humano necesita ante todo saber quién es, si no sabes quién eres, no sabes a dónde vas… y este es el mayor motivo de crisis existencial que actualmente gobierna Occidente. ¿Y quién es el que tiene que decirnos quiénes somos según el régimen políticamente correcto? Pues obviamente el que está en el poder.

De esta forma y en el caso del feminismo hegemónico, tendremos que el Estado cubriría el rol masculino en la sociedad, haciendo de padre y protector con la mujer. Y en cambio, por la parte del hombre, al estar sumido también en esta infantilización, hacerlo dependiente de la figura maternal femenina, de forma que seamos convertidos en unos perfectos inútiles, que pregunten hasta cuándo tienen que levantarse para ir a mear. Todo esto va de quitarnos opciones: no tengas ninguna duda.

EL discurso de edgar friendly

No es que sea un speech transcendental ni mucho menos, ni una joya literaria: te recuerdo que es un guion de los 90’s, pero pinta muy bien con palabras sencillas, el quiz de la cuestión. Ahí va el minuto de gloria de este personaje en plan americanada: 


― Soy el enemigo porque me gusta pensar, me gusta leer. Quiero ejercer mi libertad de expresión y libertad de elección. Soy el tipo de persona que quiere sentarse en una mesa grasienta y elegir en la carta: "Vaya, ¿debería tomarme el chuletón gigante a la parrilla o las costillas a la barbacoa con patatas fritas y extra de salsa?" Quiero tener el colesterol alto. Quiero comer bacon, mantequilla y acompañarlo todo con queso, ¿sí? Quiero fumarme un puro habano del tamaño de Cincinnati en la sección de no fumadores. Quiero correr desnudo por la calle con gelatina verde por todo mi cuerpo, mientras miro un Playboy ¿por qué? Porque de repente podría sentir la necesidad de hacerlo. Está bien amigo, he visto el futuro, ¿Sabes lo que es? Es una virgen de 47 años, sentada en pijama beige, tomando un batido de brócoli y plátano cantando "Soy una salchicha Oscar-Mayer". Si quieres vivir arriba, tienes que vivir a la manera de Cocteau. Lo que él quiere, cuando él quiere, como él quiere. Tu otra opción: bajar aquí, y tal vez morir de hambre...

Y bueno… salvando que cuando uno reclama libertad para sí mismo, ha de respetar por supuesto siempre la libertad de los demás: no le puedes echar el humo de tu cigarro a alguien que no fuma. Lo que es bueno para ti, no tiene porqué serlo necesariamente para el otro. Si yo como carne y tú no, tampoco puedes prohibir el consumo de carne a todo el mundo, solo porque tú hayas elegido optar por no hacerlo.

la prohibición es la herramienta de los regímenes totalitarios


Y es aquí donde nos encontramos el gran problema de la libertad: Ya que dentro de esta dictadura en la que estamos sumidos, ya se interviene la vida privada de las personas, la forma en que nos relacionamos, aparte de decirnos como debemos sentir, y cómo debemos pensar, despreciando por completo nuestra verdadera naturaleza, con el único fin de deshumanizarnos, para convertirnos en objetos útiles al régimen.


Es por eso, por lo que todas estas ideologías, entran prohibiendo e imponiendo, sin dar lugar a la libertad. Hablan el nombre de colectivos, para que en ningún momento nos planteemos la duda de la libertad individual, o del libre albedrío. Ya que esta libertad, nos permite pensar por nosotros mismos y elegir bien o mal lo que hagamos. Si no tenemos esta libertad para poder elegir, dejaremos que sean otros los que elijan por nosotros, prolongando este infantilismo hasta el resto de nuestros días.

¿Quieres ser un virgen vegano de 47 años, que baile delante de su televisor en pijama, cante las canciones de los anuncios y se alimente solo de vegetales procesados? Tú verás lo que estás dejando entrar en tu vida, en tu cabeza, en tu cuerpo y en tu casa. Madura de una vez.

Somos antihéroes en un mundo que ha dejado de creer en los hombres buenos.

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