EL SILENCIO DE LOS CORDEROS 🐑
You know what you look like to me, with your good bag and your cheap shoes? You look like a rube. A well scrubbed, hustling rube with a little taste. Good nutrition's given you some length of bone, but you're not more than one generation from poor white trash, are you, Agent Starling? And that accent you've tried so desperately to shed: pure West Virginia.
― Dr. Hannibal Lecter, The Silence of the Lambs
El silencio de los corderos, es el silencio de los animales que sin conocer su destino, son dócilmente llevados al matadero, mientras los que les conducen, abren la puerta, para que vayan entrando uno detrás de otro.
Decía Napoleón que las batallas contra las mujeres, son las únicas que se ganan huyendo. Teniendo en cuenta que se casó dos veces, pues que quieres que te diga… Militar y estratégicamente, este personaje fue desde luego brillante: esto es un hecho y es algo histórico; pero con respecto a su relación con las mujeres, me temo que no era la mejor. Lo primero que hay que poner sobre la mesa, es que un hombre inteligente, no se casa ni se compromete. Y mucho menos condiciona su comportamiento, a que haya una mujer en su vida o no la haya.
EL SILENCIO NO ES CONSENTIMIENTO
Los hombres en pareja, están a costumbrados a callar, a tolerar en silencio y a consentir, respuestas y reacciones de sus parejas, que por ejemplo en su vida social y profesional, jamás dejarían pasar. Puedes ser un profesional brillante de puertas para fuera, en tu trabajo y después ser la última mierda en tu casa, hasta el punto que el perro, tenga más protagonismo y atención que tú. Y que tu palabra, juicio y opinión, siempre esté sometido a la aprobación de lo que a ella le parezca bien, según tenga el día.
Si llevamos este comportamiento en paralelo, a la esfera de la comunicación pública, o a nuestras relaciones sociales, quiero que pienses por un momento, en si realmente te ves con libertad suficiente, para expresarte o dar tu opinión, de lo que realmente pienses o sientas, en un entorno cada vez más femenino.
Y es que ese consentimiento, ese silencio y esa resignación del marido, que no se atreve a tener una opinión propia, o una respuesta correcta en voz alta dentro de su casa, por no desairar los vaivenes de su esposa, también está en la calle, en los trabajos, en las oficinas, en los medios y en la política. Donde te tienes que callar muchas veces la verdad, precisamente para evitar un conflicto.
EL rechazo ad hominem
Aunque no lo conozcas por este término, la falacia ad hominem, o rechazo ad hominem, es algo que en mayor o menor medida, con lo que todos o casi todos nos hemos enfrentado en algún momento: una persona presenta un argumento en una discusión, y su oponente contrario lo rebate atacando a la persona, en lugar de atacar al argumento que dicha persona ha presentado. De esta forma, se pretende invalidar el mensaje, atacando al emisor poniendo en cuestión no el contenido del mensaje, si no al propio emisor. Ya te suena más ¿verdad?
Si para evitar una confrontación, tenemos que condicionar nuestras palabras, nuestras respuestas, nuestras opiniones o nuestros gestos, para que la otra parte no entre en colapso, queda de manifiesto, que existen carencias y una falta de madurez, que se supone un individuo adulto debía haber superado desde sus berrinches de la niñez y la adolescencia.
Si no puedes enunciar o describir un hecho, porque la otra parte se ofende, el problema lo tiene la otra parte, no tú. Te repito por si no te ha quedado claro: el problema lo tiene ella, no tú. Así que no lo hagas tuyo, porque no es tuyo, ni consientas, ni calles, porque ese espacio que estás consintiendo con tu silencio, es tomado como aval y reafirmación de un comportamiento infantil tóxico.
te mandan callar
El hecho de que se nos cierre la boca, se nos censure de forma establecida, o se pretendan invisibilizar argumentos, noticias, hechos, resultados y opiniones por el mero hecho de ser hombres, ya que por serlo supuestamente no tenemos derecho a hacerlo, por estar invadiendo un nicho ficticio y artificial validado por el feminismo hegemónico, es violencia. Y lo peor de todo, es que de hacerlo de forma estructural, están convirtiendo esta violencia es instrumento legal y político, más allá de enunciar una mera opinión, que contradiga a otra.
Y si no puedes hablar, no puedes defenderte, d forma que tu espacio de libertad queda condicionado dentro de un marco en el que hagas lo que hagas, o digas lo que digas, va a ser filtrado solo por la puerta de entrada de la ofensa, ya que el marco hegemónico de esta dictadura políticamente correcta, no admite entradas alternativas o cauces para otras ideas, que no sean basadas en sus propios dogmas. Si el sistema no te reconoce, no existes; y si existes, no deberías: ese es el razonamiento que persigue el forzar nuestro silencio.
la dictadura políticamente correcta
La erradicación de la palabra, es lo que busca este totalitarismo que no consiente réplica por miedo a perder el poder, pretendiendo afianzar por ley y por dogma, lo que son incapaces de conseguir por votos, conocimiento, mérito o razón.
Es por eso que cada silencio, es interpretado por parte de esta dictadura sorda, como superficie para avanzar e imponer. Porque ese silencio, aunque venga de la tolerancia, de la falta de audacia, de la cobardía, o de la indiferencia, siempre es tomado como consentimiento para seguir avanzando. De hecho, cuando han manifestado que ellas también son manada, es porque realmente lo son, y se están comportando exactamente igual, que la manada a la que condenan: imponiendo sobre el silencio, interpretándolo como consentimiento.
No se le pueden dar metro cuadrados al totalitarismo. Los dictadores, no soportan que les digan las verdad, por eso imponen el silencio. Por ello en tu día a día, no dejes pasar una sola agresión, porque esta violencia existe y va en contra de tus derechos. No tienes que aguantarle a nadie, que use su posición para ir en tu contra por el mero hecho de ser un hombre. Si todos podemos expresarnos, tú también. Si te callas para evitar problemas, al final no dirás nada y los problemas vendrán a tu puerta.
Somos antihéroes en un mundo que ha dejado de creer en los hombres buenos.
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